Si podemos hablar de emociones animales, seguramente advertiremos lo superiores que son éstas a las que la humanidiosidad cree que sabe o conoce: y es que los «maestros de amor» (al decir de los órficos-pitagóricos), lo dan todo: hasta su propia vida, por eso que nosotros llamamos «lealtad«.
En la vertiginosa calle principal de la ciudad de Tinchuan, al noroeste de China, y tras los festejos de la «Navidad», un pequeño perro fue atropellado, y a pesar de las bajas temperaturas (13° bajo cero), su leal compañero, no se distanció del cuerpo sin vida del accidentado, a pesar del riesgo para su propia vida.
Los vecinos vieron este impresionante evento, y comenzaron a colocar banquetas para evitar que un auto los chocara. Más tarde, unos trabajadores de un restaurante, se llevaron el cuerpo para darle sepultura (ver vídeo).