Kate fue rescatada de una villa miseria cuando buscábamos una compañera para Luke. Ella me recibió en su vieja casa de Coronel Zelaya y Rondeau, y antes de que me presentara ante sus entonces «dueños», subió a mi auto encendido y se quedó ahí hasta que terminamos las despedidas correspondientes. Claro que esta bella husky se ganó el corazón de todos, especialmente de los niños, quienes la llamaban «Sasha». Pero apenas llegó a integrar la manada, su nuevo nombre fue, en honor a la gordita que actuaba en la película Titanic.
Nunca supe cuántos años tenía. El veterinario tampoco podía revelar su edad. Cuando la llevé a revisión, no tenía casi dentadura, quizás por sus condiciones de vida y mala alimentación; pero definitivamente, eso no importaría. Ella estaba ya en la casa que la vería morir un día como hoy, ya muy avanzada en su edad, enfermedades terribles y una situación de abandono de mi parte, porque ya no era yo parte de sus últimos días. Lamento decirlo. La extraño, me duele saber que no pudo verme antes de cerrar sus ojos definitivamente. Pero sé que está en un lugar mejor. Eso es verdad.
El episodio más significativo de la vida de esta bella perra fue cuando perdió a su cría (Pete) y busqué incansablemente un recién nacido para poder minimizar su sufrimiento. Así fue cómo apareció Bonnie, su hija adoptiva.
Voy a extrañarte, Kate. Cambiaste mi vida, y aunque el único beso que me diste fue «accidental», no voy a dejar de pensar en la alegría que te provocaba la palabra «paseo» cada vez que se pronunciaba.
Descansá en paz. La merecés.
~2000-2014
Q.E.P.D.