Con la proliferación de los «criaderos» de razas que lucran con el sufrimiento de mamás reproductoras y la endogamia ambiciosa de aquellos «empresaurios» que no quieren advertir el daño a la Naturaleza y el avance del abandono indiscriminado cuando aquellas creaturas dejan de ser los «cachorros» del día de la adquisición, pienso: ¿es el «humanidiota» tan mentalmente constipado como para presumir de su humanidad, o es que acaso solo le importa el emocional asimétrico de la compra por posesión avara y no por con-ciencia solidaria?
El concepto de adopción, para quienes pueden albergar a un animalito de la calle, se vuelve solidaridad y acción consciente: y es más valioso que el dinero que cuesta llenar los bolsillos a los criadores.